jueves, 26 de agosto de 2010

Final feliz.



Cuando tenía 10 años todos los cuentos que leía tenían un malvado y un personaje noble. El desenlace siempre era el mismo, apenas leía la primera hoja sabía sin error que el escritor colocaría al bueno como vencedor. Pero nunca me creí esos cuentos, de hecho jamás los termine de leer. Yo me negaba a pensar que en el mundo había gente mala. Desde chiquita sostuve la idea de que no hay dos bandos. No existen los buenos puros y los malos por completo. TODAS las personas son buenas pero hay algunos a los que las historietas los consideran malvados. Aquéllos han tenido que soportar huracanes de maltratos y sus corazones fueron manchándose de odio pero no se volvieron del todo negros, siempre hay un espacio de luz brillante que limpiará toda la mugre cuando un solo ser brinde su sonrisa, un abrazo, un “estoy contigo”. Gestos simples son la clave de la paz. Por lo tanto, ¿se los puede considerar como malos”? No. Tienen actitudes crueles pero llegara el momento en el que se arrepentirán de llevar esa vida y comenzarán a crecer espiritualmente.
Por eso siempre me gusto inventar el final de los cuentos que leo. Hasta el día de hoy intento imaginar el final de mi propia historia: todo lo triste que me pasa lo considero como la primer hoja de aquellas historias y cuando llega la noche imagino que al día siguiente me tocará todo distinto, un hermoso día con vivencias únicas.
Muchos me tratan de estúpida por tanto optimismo. Otros piensan que soy una infantil y muchos mas me odian o me tratan de hipócrita dando como excusa que no se puede ver todo bonito. Pero no es tan así, porque si hay algo que veo como muy feo: es muy triste para mí el hecho de saber que todos ellos no verán el mundo con los mil colores que mi locura lo sabe admirar.

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