
Mi camarero favorito es muy servicial y experto en tallas, y a veces les regala lencería. Ellas le dan un achuchón y se ponen a cuatro patas. El empuja algo cansado de que le den la espalda. Luego me lo cuenta en el bar, a última hora, antes de barrer. Apuro el vino y le acompaño en el sentimiento. ¿Y tú qué?, me pregunta buscando la confidencia. Mi soledad es más barata, le contesto mientras salgo a la calle con las manos en los bolsillos. relato contenido en el libro "La mitad de los cristales" |
Es tan raro.. a pesar de que muchas situaciones te empujen como hombre a terminar pagando por sexo.. todavia no lo hice.. u.u
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