Cuando deseas algo todo el universo conspira para que lo consigas
(Paulo Coelho)
¿qué tiene esta frase de verdad?
La pregunta sería esta ¿hay deseos que se cumplen y deseos que no se cumplen? Y si es asi ¿cual es la naturaleza de los deseos cumplientes y los incumplientes? ¿Qué deseos concede Aladino?
Yo no encontré una explicación coherente a este dilema aunque en este sentido todos podemos tener algunas intuiciones de cosecha propia y otras extraidas del refranero popular, como éstas:
Significa que hay algo en la intencionalidad humana que opera como un disuasor del cumplimiento del deseo, lo cual es contradictorio con la idea que gobierna este post. ¿Entonces en qué quedamos? ¿Es la intencionalidad suficiente para que un deseo se cumpla?
No, no lo es. Se cumplen aquellos deseos que favorecen a mucha gente incluyendo al demandante del deseo.
Pues un deseo sólo puede partir de una conciencia humana y no de una entelequia o un robot, sólo los humanos tenemos deseos y es por eso que nuestros deseos con independencia de que se cumplan o no siempre responden a una conciencia humana deseante aunque el concederlos o no -eso si lo sabemos- no está en lo humano sino en la lámpara de Aladino, que es una forma de decir que el que un deseo se materialice no está en la voluntad humana sino en otro lugar que podemos llamar lo sistémico, en esa red que tejemos los humanos entre nosotros y que nos enlaza con ese cuerpo cósmico, con ese todo que incluye a los seres vivientes y al medio ambiente.
Los deseos que se cumplen son los que coinciden con el resto de deseos de todo lo vivo.
Y es por eso que el deseo de que nos toque la loteria no suele cumplirse nunca.
La suerte individual es mayor si se reparte.
El egoismo individual es el principal disuasor del cumplimiento de un deseo, los deseos que involucran solo a nuestro Ego nunca se cumplen por una razón: tienen que competir con deseos de otros que son antagónicos, lo que mutuamente les anula como deseos. Como el deseo de tener dinero o bienes materiales es común a toda la humanidad Aladino se entristece y no coopera con nadie pues concederle el deseo a usted iria en contra del deseo de otra persona concreta. Aladino se declara en rebeldía e incompetente, deja que sea el azar matemático el que ejerza esa función.
Diríamos que para que Aladino coopere con nuestros deseos es preciso que se encuentre sincronizado: es entonces cuando nuestros deseos se cumplen. Si usted es capaz de formular un deseo que beneficie a mucha gente, que reparta suerte, que incluya al medio ambiente en él y que sortee el egoísmo particular habrá usted conectado con Aladino: su deseo se cumplirá. Inexorablemente. Pero si usted hace un esfuerzo intelectual se dará cuenta de lo difícil que es convocar ese tipo de deseos, simplemente no estamos acostumbrados a hacerlo porque siempre operamos disfrazando de deseo altruista lo que es orgullo, vanidad, codicia o avaricia.
Pero si lo consigue quedará maravillado y sorprendido ¿la razón? porque entonces su intencionalidad habrá convocado esa fuerza sublime, misteriosa, mágica y milagrosa que es la sincronicidad.
La sincronicidad es un fenómeno descrito por Jung y que tiene que ver con lo que nosotros llamamos casualidades o coincidencias. Se trata de un fenomeno muy común y que usualmente despreciamos al considerarlo simples casualidades. Lo cierto es que aunque esas causalidades azarosas existen, la sincronicidad no apela necesariamente a ellas sino que evoca lo maravilloso, otras veces lo siniestro pero siempre lo significativo, lo subjetivamente significativo.
La sincronicidad se puede ignorar pero indefectiblemente se repetirá, se revelará portadora de un mensaje analógico y cuando se atiende suceden hechos dificiles de explicar: simplemente se trata de hechos que dotan de sentido a la palabra destino.
Pues la sincronicidad es en realidad la versión moderna de la palabra destino, no en su versión fatal de predestinación sino en su versión más heraclitiana: “En el hombre carácter y destino son la misma cosa”. Más cercana a la concepción de karma que a la de las Moiras griegas.
Y cuando el destino de alguien ha sido aclarado todo se sincroniza y entonces Aladino surge de la lámpara maravillosa y concede los deseos que se amontonan, suceden y pugnan por emerger. Es el momento de observar y estar atento a los mensajes que nos llegan desde ese Yo no circunscrito del que nos habla Chopra y dejarse llevarse por esa cadena de significados que está más allá de la cotidianeidad, más allá de la causalidad lineal. La sincronicidad se ocupa pues de los sucesos que acaecen simultáneamente que coemergen y que se presentan en la realidad en forma de paquetes de información que resultan profundamente significativos aunque no conlleven un mensaje lineal del tipo de las conversaciones que mantenemos por teléfono.
La intencionalidad altruista es el mejor carril para convocar a la sincronicidad como también lo es el amor: dos personas fuertemente unidas por vínculos invisibles establecen una entidad cuántica que coemerge de ambos y se sincroniza con todo el cosmos enamorado. Su masa critica determina los acontecimientos extraordinarios que siguen y es entonces cuando Aladino ejerce su función casi sin descanso. Hasta el séptimo dia -la sincronicidad es atemporal- pero no hay que tener prisa en conocer el mensaje que nos traen las coincidencias : sólo hay que dejarse fluir atendiendo a esos fenómenos maravillosos que surgen por doquier cuando uno tiene ojos para ver, oidos para oir y sueños para soñar.
Cuando la intencionalidad sincroniza a todo el cosmos viviente, es entonces cuando el Universo conspira.
Y el deseo se cumple.
- Querer es poder.
- Todos esfuerzo tiene su recompensa.
- Desear equivale a realizar.
- Pideselo a Dios y te lo concederá.
- Confia en la divina Providencia.
- Cuando menos te lo esperes tu deseo se cumplirá.
Significa que hay algo en la intencionalidad humana que opera como un disuasor del cumplimiento del deseo, lo cual es contradictorio con la idea que gobierna este post. ¿Entonces en qué quedamos? ¿Es la intencionalidad suficiente para que un deseo se cumpla?
No, no lo es. Se cumplen aquellos deseos que favorecen a mucha gente incluyendo al demandante del deseo.
Pues un deseo sólo puede partir de una conciencia humana y no de una entelequia o un robot, sólo los humanos tenemos deseos y es por eso que nuestros deseos con independencia de que se cumplan o no siempre responden a una conciencia humana deseante aunque el concederlos o no -eso si lo sabemos- no está en lo humano sino en la lámpara de Aladino, que es una forma de decir que el que un deseo se materialice no está en la voluntad humana sino en otro lugar que podemos llamar lo sistémico, en esa red que tejemos los humanos entre nosotros y que nos enlaza con ese cuerpo cósmico, con ese todo que incluye a los seres vivientes y al medio ambiente.
Los deseos que se cumplen son los que coinciden con el resto de deseos de todo lo vivo.
Y es por eso que el deseo de que nos toque la loteria no suele cumplirse nunca.
La suerte individual es mayor si se reparte.
El egoismo individual es el principal disuasor del cumplimiento de un deseo, los deseos que involucran solo a nuestro Ego nunca se cumplen por una razón: tienen que competir con deseos de otros que son antagónicos, lo que mutuamente les anula como deseos. Como el deseo de tener dinero o bienes materiales es común a toda la humanidad Aladino se entristece y no coopera con nadie pues concederle el deseo a usted iria en contra del deseo de otra persona concreta. Aladino se declara en rebeldía e incompetente, deja que sea el azar matemático el que ejerza esa función.
Diríamos que para que Aladino coopere con nuestros deseos es preciso que se encuentre sincronizado: es entonces cuando nuestros deseos se cumplen. Si usted es capaz de formular un deseo que beneficie a mucha gente, que reparta suerte, que incluya al medio ambiente en él y que sortee el egoísmo particular habrá usted conectado con Aladino: su deseo se cumplirá. Inexorablemente. Pero si usted hace un esfuerzo intelectual se dará cuenta de lo difícil que es convocar ese tipo de deseos, simplemente no estamos acostumbrados a hacerlo porque siempre operamos disfrazando de deseo altruista lo que es orgullo, vanidad, codicia o avaricia.
Pero si lo consigue quedará maravillado y sorprendido ¿la razón? porque entonces su intencionalidad habrá convocado esa fuerza sublime, misteriosa, mágica y milagrosa que es la sincronicidad.
La sincronicidad es un fenómeno descrito por Jung y que tiene que ver con lo que nosotros llamamos casualidades o coincidencias. Se trata de un fenomeno muy común y que usualmente despreciamos al considerarlo simples casualidades. Lo cierto es que aunque esas causalidades azarosas existen, la sincronicidad no apela necesariamente a ellas sino que evoca lo maravilloso, otras veces lo siniestro pero siempre lo significativo, lo subjetivamente significativo.
La sincronicidad se puede ignorar pero indefectiblemente se repetirá, se revelará portadora de un mensaje analógico y cuando se atiende suceden hechos dificiles de explicar: simplemente se trata de hechos que dotan de sentido a la palabra destino.
Pues la sincronicidad es en realidad la versión moderna de la palabra destino, no en su versión fatal de predestinación sino en su versión más heraclitiana: “En el hombre carácter y destino son la misma cosa”. Más cercana a la concepción de karma que a la de las Moiras griegas.
Y cuando el destino de alguien ha sido aclarado todo se sincroniza y entonces Aladino surge de la lámpara maravillosa y concede los deseos que se amontonan, suceden y pugnan por emerger. Es el momento de observar y estar atento a los mensajes que nos llegan desde ese Yo no circunscrito del que nos habla Chopra y dejarse llevarse por esa cadena de significados que está más allá de la cotidianeidad, más allá de la causalidad lineal. La sincronicidad se ocupa pues de los sucesos que acaecen simultáneamente que coemergen y que se presentan en la realidad en forma de paquetes de información que resultan profundamente significativos aunque no conlleven un mensaje lineal del tipo de las conversaciones que mantenemos por teléfono.
La intencionalidad altruista es el mejor carril para convocar a la sincronicidad como también lo es el amor: dos personas fuertemente unidas por vínculos invisibles establecen una entidad cuántica que coemerge de ambos y se sincroniza con todo el cosmos enamorado. Su masa critica determina los acontecimientos extraordinarios que siguen y es entonces cuando Aladino ejerce su función casi sin descanso. Hasta el séptimo dia -la sincronicidad es atemporal- pero no hay que tener prisa en conocer el mensaje que nos traen las coincidencias : sólo hay que dejarse fluir atendiendo a esos fenómenos maravillosos que surgen por doquier cuando uno tiene ojos para ver, oidos para oir y sueños para soñar.
Cuando la intencionalidad sincroniza a todo el cosmos viviente, es entonces cuando el Universo conspira.
Y el deseo se cumple.